Se asocia a esta estación del año con la etapa de la vida donde las posibilidades y los sentimientos están potenciados. Cuando todo parece posible y la alegría y la belleza de la juventud se ven en cada joven como en la naturaleza exultante.
En la Comunidad Pacheco, propusimos a los jóvenes que asisten a los talleres, reflexionar sobre las problemáticas y desafíos que enfrenta la juventud en la actualidad ya que no todo es alegría entre los jóvenes de hoy en Latinoamérica.
Durante 4 jornadas de sábados consecutivos hasta llegar al 22 de septiembre debatimos sobre el trabajo, la educación, los vínculos familiares y sociales y el futuro de los jóvenes.
En América Latina más del cincuenta por ciento de los jóvenes no termina la escuela secundaria y deja de estudiar para salir a trabajar. Aún quienes logran continuar sus estudios, incluso una carrera universitaria, difícilmente encuentra un trabajo que les permita sostenerse y ayudar a sus familias.
Los jóvenes difícilmente puedan tener una juventud que debería proporcionarles momentos de descubrimiento, tiempos de vinculación con otros jóvenes, experiencias que los alienten a pensar en el futuro individual y colectivo y a crear ideales que luego intenten alcanzar.
En un mundo ideal todos los jóvenes, como los niños, deberían jugar, reír y tener obligaciones que no sean laborales sino de aprendizaje. Desde la Comunidad Pacheco, decidimos que la fiesta de la primavera seria eso mismo, compartir la comida, jugar, charlar y disfrutar de una tarde al sol con el único objetivo de reivindicar a la juventud que se divierte, comparte y se reúne.